Burn And Reborn
Like the leaf that fell from the tree,
Like the raindrop that fell from the sky,
Like the river that descended until the sea,
Not waking up, it fell from its dream.
It became that leaf that withered,
That raindrop that’s dried by wind,
That river that merges with infinite tide,
That no one, that nothing.
The flower in its heart stopped breathing,
The vast grassland that surrounded it,
Turned into a dark spiral,
Suffocating, killing it.
Murdered, claimed for revenge,
For it and its body in decay.
Its darkness, grudge, malice,
Only living to take its life away.
And is that when those two souls gathered,
The fire which emanated from them scorched.
But it burnt so high,
That ashes wind sighed.
Now neither water would put these flames out,
Not ashes would return to be souls.
Now only sorrow remains,
Which the crackling shakes.
Flares yelled,
Like jaws were,
Trying to swallow,
Who suffer let them.
Maybe revenge would calm them down,
Maybe when pain would sleep at last.
Maybe time would pacify that longing to avenge,
Maybe when frustration the why would understand.
Meanwhile, leyend tells those flames are still burning.
Both its love and pain were too deep.
No doubt, they stayed like one,
As a gift from heaven,
Or as an ever-lasting punishment.
Arder y Renacer
Como aquella hoja que cayó del arbol,
Como aquella gota de lluvia que cayó del cielo,
Como aquel río que descendió desde la montaña hasta el mar,
Sin despertar, cayó de aquel sueño.
Se convirtió en esa hoja que se marchita,
En esa gota que es secada por el aire,
En ese río que se merge en la marea infinita,
En el nada, ni en el nadie.
La flor de su corazón dejó de respirar,
El vasto pasto que lo rodeaba,
Se tornó en una negra espiral.
La ahogaba, la mataba.
Asesinada, decidió pedir venganza,
Por ella y ese cuerpo en decadencia.
Esa oscuridad, rencor, maldad,
Sólo vivía por quitarle su vida.
Y es que cuando esas dos almas se juntaban,
El fuego que emergía de ellas abrasaba,
Pero tanto prendió,
Que cenizas el viento suspiró.
Ahora ni el agua calmarían esas llamas,
Ni las cenizas regresarían a ser almas.
Ahora sólo permanecía el dolor,
Cual el crepitar agitaba.
Las llamaradas chillaban,
Como si de fauces se trataran,
Intentando engullir,
Al creador que las hizo sufrir.
Quizás la venganza las haría apaciguar,
Quizás cuando el dolor dormitara al final.
Quizás el tiempo menguaría esas ansias de retaliar,
Quizás cuando la frustración un porqué pudiera encontrar.
Mientras, cuenta la leyenda que esas llamas siguen ardiendo,
Tanto su amor como su dolor fueron demasiado profundos.
Sin duda, permanecieron como uno.
Sea ser como regalo de los cielos,
O como castigo eterno.
This is my first poem in a long while so I hope it conveys a feeling of love and hate we sometimes experience in toxic relationships. Remember that you can support me through my Ko-fi link.Like the raindrop that fell from the sky,
Like the river that descended until the sea,
Not waking up, it fell from its dream.
It became that leaf that withered,
That raindrop that’s dried by wind,
That river that merges with infinite tide,
That no one, that nothing.
The flower in its heart stopped breathing,
The vast grassland that surrounded it,
Turned into a dark spiral,
Suffocating, killing it.
Murdered, claimed for revenge,
For it and its body in decay.
Its darkness, grudge, malice,
Only living to take its life away.
And is that when those two souls gathered,
The fire which emanated from them scorched.
But it burnt so high,
That ashes wind sighed.
Now neither water would put these flames out,
Not ashes would return to be souls.
Now only sorrow remains,
Which the crackling shakes.
Flares yelled,
Like jaws were,
Trying to swallow,
Who suffer let them.
Maybe revenge would calm them down,
Maybe when pain would sleep at last.
Maybe time would pacify that longing to avenge,
Maybe when frustration the why would understand.
Meanwhile, leyend tells those flames are still burning.
Both its love and pain were too deep.
No doubt, they stayed like one,
As a gift from heaven,
Or as an ever-lasting punishment.
Arder y Renacer
Como aquella hoja que cayó del arbol,
Como aquella gota de lluvia que cayó del cielo,
Como aquel río que descendió desde la montaña hasta el mar,
Sin despertar, cayó de aquel sueño.
Se convirtió en esa hoja que se marchita,
En esa gota que es secada por el aire,
En ese río que se merge en la marea infinita,
En el nada, ni en el nadie.
La flor de su corazón dejó de respirar,
El vasto pasto que lo rodeaba,
Se tornó en una negra espiral.
La ahogaba, la mataba.
Asesinada, decidió pedir venganza,
Por ella y ese cuerpo en decadencia.
Esa oscuridad, rencor, maldad,
Sólo vivía por quitarle su vida.
Y es que cuando esas dos almas se juntaban,
El fuego que emergía de ellas abrasaba,
Pero tanto prendió,
Que cenizas el viento suspiró.
Ahora ni el agua calmarían esas llamas,
Ni las cenizas regresarían a ser almas.
Ahora sólo permanecía el dolor,
Cual el crepitar agitaba.
Las llamaradas chillaban,
Como si de fauces se trataran,
Intentando engullir,
Al creador que las hizo sufrir.
Quizás la venganza las haría apaciguar,
Quizás cuando el dolor dormitara al final.
Quizás el tiempo menguaría esas ansias de retaliar,
Quizás cuando la frustración un porqué pudiera encontrar.
Mientras, cuenta la leyenda que esas llamas siguen ardiendo,
Tanto su amor como su dolor fueron demasiado profundos.
Sin duda, permanecieron como uno.
Sea ser como regalo de los cielos,
O como castigo eterno.
Thank you for reading.
Tomoya 03/06/2022 10:16 PM